LÁMINA. PATRIMONIO DE ESTEPA
“PATRIMONIO DE
ESTEPA”
Hace ya varios años, los que de
vez en cuando desayunábamos en el bar El Brillante, podíamos ver en sus paredes
unas láminas, ya descoloridas, donde se representaba el rico patrimonio de las
ocho capitales de nuestras provincias andaluzas. Fue en ese momento cuando pensé
que Estepa podría tener su propio cartel. Muchos años después ese trabajo ha
visto la luz.
La primera tarea antes de
empezar a dibujar consistió en elaborar una lista con todos los monumentos,
rincones y parajes que debían estar representados. Había que dar un paseo
mental desde el Cerro hasta La Salada,
pasando por todos los barrios y llegando al Pilar de la Coracha por el
este y el Manantial de Roya por el oeste. A esta lista inicial se fueron añadiendo con el tiempo algunos elementos.
Borrador de la lista de monumentos |
Una vez cerrada la lista
definitiva, el siguiente paso era conseguir o recuperar imágenes de todos los
monumentos. Cámara de fotos en mano a recorrer Estepa y una vez delante del
monumento decidir que vista o ángulo era el más adecuado. En las láminas del
Brillante siempre aparecían vistas frontales de cada fachada. Para nuestra
lámina estepeña pensé que darle un poco de perspectiva podría ayudar a crear
más sensación de espacio.
Primeros bocetos de cada edificio |
Primeros bocetos de cada edificio |
Lista por un lado e imágenes por
otro, llega el momento de dibujar. En un
primer momento hice bocetos individuales de cada monumento o fachada. Esta
tarea me permitió hacerme una idea del espacio que cada elemento iba a ocupar
en la lámina. Una mirada frontal desde
el sur, de arriba hacia abajo y de izquierda a derecha, que ha acercado a vecinos
no muy alejados como Roya con San Marcos o Santa Ana con las Hermanas de la
Cruz.
Con los espacios ya asignados
empezaba el trabajo de dibujar el detalle. Los que han compartido conmigo
algunas clases de pintura recordarán cuando hablábamos de trabajar “desde lo
general a lo particular”, y así se ha configurado este “cuadro”, desde un
espacio general reservado a cada elemento, hasta el detalle más significativo
de cada edificio. En cuanto a la técnica, el dibujo original está realizado con
tinta y lápiz acuarelable sobre papel
Ingres.
Lámina en tinta |
Lámina en proceso de color |
En este punto surgió para alguno
de ellos la pregunta de en qué estado representarlos y esto me llevó a reflexionar
sobre el estado de conservación que presenta nuestro patrimonio. Pese al oro y
las luces de colores, la situación actual de nuestro patrimonio no es
precisamente para tirar cohetes. Pero, ¿Qué entendemos por Patrimonio? Para mí,
Patrimonio es, desde la amenazada y ya carcomida Sierra del Becerrero hasta el
olvidado, desconocido y derruido molino de la Noria, verdadera obra maestra de
la arquitectura del agua en Andalucía.
Pero la palabra “Patrimonio” encierra dentro otros significados
que la van ramificando, términos como:
Patrimonio Natural, destacando aquí, la Sierra del Becerrero y el Tajo Montero, donde se reproducen especies
como el búho real o la cabra montés, santuario también de las amenazadas
orquídeas mediterráneas. Patrimonio Industrial: edificios como la Fábrica de
Harinas de San Rafael o el Faro de San Vicente, ejemplos aún en pie de una
arquitectura del S. XIX que se nos escapa, como así fue con el Silo, hoy
reconvertido en muchos pueblos que supieron conservarlo en Centros Culturales y
Sociales. Patrimonio Civil: casas señoriales y tradicionales que se caen ante la mirada de todos, el
Mercado de Abastos, la “Plaza”, que aún espera una solución que detenga su
acelerado deterioro.
Es cierto que les toca vivir momentos
difíciles. Las inversiones se desvían a intervenciones más “visibles” y
posiblemente más necesarias. Pero no olvidemos que la recuperación de este
patrimonio también genera riqueza y que una gestión adecuada del mismo es motor
de la economía de muchos pueblos y ciudades que en un momento de su Historia supieron conservar lo que tenían y
lo que habían heredado. Debemos ser conscientes de que somos depositarios temporales
y no propietarios de muchos de nuestros monumentos, nuestro deber debería ser
traspasar ese legado, conservado y enriquecido, a las siguientes generaciones.
Con una intención amable, he
querido representar nuestro Patrimonio en todo su esplendor, limpio y blanco,
donde los que ya no están no aparecen y donde los que aún se mantienen en pie
reivindican, en silencio, al menos una
“manita de cal”.
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